Todo acto encierra una secreta internacionalidad. Ninguna acción por más ingenua que parezca se libera de esta atadura.
Nuestra mente es quien calcula, predice o desea. Es quien espera desde el mismo momento en que se acomete la acción, algún resultado en particular.
Este mecanismo se encuentra activo todo el tiempo y nos encamina por senderos que a veces hasta nosotros mismos desconocemos. Es así como nunca estamos librados realmente al azar.
Salvo quizás, cuando chocamos con intencionalidades que pujan desde mente ajenas, y se libera una batalla silenciosa. Alguna debe prevalecer.
El equilibrio se sabe ilusión, y la ley más primitiva subyace desde los intelectos.
Desiste aquella de naturaleza menos arraigada, que se paraliza ante alguna otra más manipuladora y con un poco de labia.
El mundo es ese curso de reiki que nunca tomamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario