Jovencitas histéricas. Rimmel corrido. Pantalones ausentes. Ropa interior que sale a la luz.
Gritos que se mezclan con risas.
¡Polleras! ¡Queremos polleras!, cantan mientras narran sus escasas experiencias sexuales, que tienen mitad de invento, mitad de vida real.
Y vuelven a reír.
Algunos intentan callarlas, pero son invencibles. El ejército de las polleras no se rinde fácilmente, y continúa con su ritual.
Sacan artefactos electrónicos y revisan sus mensajes una y otra vez. Se miran cómplices de una frivolidad inexplicable. Pero no dejan nada implícito, les gusta hablar el idioma animal.
Y sus gritos ya me llegan como música. Sus chillidos acarician mis oídos.
Y la abeja reina me da una indicación.
-Hacés la petición?, pregunta.
Comprendo sus palabras cavernícolas. Abandono la posición erguida, mientras mis brazos se balancean, tomando una pluma sobre el papel. Y ella me detiene al tiempo que interrogan sus ojos artificialmente aturquesados:
-Comandante simio, lapicera con brillo...puede ser?
(Penny, vos sos la única que podría llegar a entenderlo.)
5 comentarios:
la parte primeriza esa del plan me la perdi..tendria que haber visto tu cara cuando te pedian que hagas la peticion
revoluciiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiioooooonnnnnnnnnnnnnnnnnnnn!!!
Dios, cuanto vértigo...
y yo q pense q venia de plena revolucion, q granma ni q granma!
Paso, saludo y sigo....
Y pregunto
(aunque no me corresponde):
Ser una chica muy pollera ...
¿Es un piropo?
hola. Me encantó. La lapicera con brillo es genial para terminar el texto asi. Me hiciste acordar a algo que me pasó a mí que tengo escrito. Saludos.
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