lunes, 6 de julio de 2009

Uno se levanta como cualquier día y de repente siente el vértigo del abismo abrumador, que le abraza todo el cuerpo, amortajado por sorpresa. Y los ojos se detienen en expresión inyectiva. Luego el inevitable suspiro. La sensación de estar vivo parece de repente ridícula, sorprendente, poco lógica. Todo el cuerpo se extiende sobre la cama y uno lo observa extrañado (¿esto me pertenece?), se ha olvidado como moverlo, hacerlo hacer lo que uno quiera (parece inútil intentarlo, el muy bobo permanece ahí tirado). Existe una memoria que se ha borrado. Es esa memoria que nos continua en el día a día. Al regreso del sueño, se vuelve de ese otro mundo, pero se sabe lo que se ha dejado en este, y se continúa. En alguna parte, el esquizofrénico inconsciente, puede mantener esa suerte de doble vida (y ser coherente en cada una de ellas).
Pero un día se realiza (o realizo o alguien, digamos divinidad, destino o energía desconocida) una falla. Al despertar uno de los mundos no se concatena. Se rompe la cadena lógica, y el protagonista no sabe que hacer (vendríamos a ser nosotros o cualquier conocido a gusto, quiérase imaginar al verdulero de la esquina, su hermana o un bohemio intelectual, no se necesitan características particulares). ¿Qué pasa en ese momento? Se siente la furia de la dualidad, la separatidad entre cuerpo y mente más que nunca. El absurdo en picado grueso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que lindo blog. lindas ideas. ademas note un dejo spinetiano! un abrazo