viernes, 17 de agosto de 2007

Camuflada

Volví, camuflada, invisible en un bosque de blogs, insignificante por elección, y por una simple razón: quería.
Y mirando para abajo, me golpee la cabeza, y me desprendí del fastidioso orgullo que no me dejaba escribir, y ahora viajo en una balsa que me lleva un poco para donde quiere.

Estrategias, caminos alternativos. Debemos apelar a ellos cuando nos gana la frustración. El paisaje se pone negro, se apaga la luz.

-Tantee, le digo con énfasis (lo trato de usted) Tantee va a ver que aparecen.
Yo se que no entendió, pero me hace caso, cual perro amaestrado, y empieza a tocar de forma desprolija a su alrededor. Siento que exclama (lo ha descubierto), al instante se prende la luz.
Ambos podemos ver los nuevos caminos (aunque yo ya supiera que estaban ahí) Se rearma la escena.
-Tenia razón, me dice entusiasta y confiado, siempre tuvo razón, los caminos estaban allí.
-Han nacido para usted, en este instante, tanto como para mi. La creación es radiante, al igual que la muerte.
-Pero ya lo sabia, usted sabia que existían, insistió casi corroborándolo
-Yo solo he sabido pronunciar las palabras correctas que le han servido de guia, usted a descubierto esto solo, y me ha hecho descubrirme a mi junto con los caminos, pues yo desconocía el poder de mi intuición, hasta que me mostró cuanto tenia de real y adivinatoria.
-Entonces ha sido obra de ambos.
-Le regalo mi parte, le dije conociendo el sentido oculto de estas palabras. Ha sido toda obra suya. Saboree la gloria, le pertenece toda.
El sonrió, aunque un tanto sonrojado, le parecía sentir esa gloria aglutinada en su bolsillo, y del lado externo de su ropa, su mano jugueteaba como queriendo no dejarla escapar. Asegurándose que continuaba suya. Se distrajo unos instantes.
-Maestro! espéreme, me grito, mientras corría hacia mi sombra, atolondrado.
Y yo ya me había perdido en otra vertiente, otro camino, una escalera que iba hacia algún lugar, me había esfumado por completo.

-Tantee...tante....tantee, mi voz se convirtió en un susurro inteligible, que emanaba del bolsillo arrugado del alumno.

Ya no era gloria. Fusionado junto a mis palabras, obsequié lo que quedaba de mí.
La inevitable transfiguración se había producido.

1 comentario:

julie delpi dijo...

re-bienvenida (si es q tengo alguna autoridad para darle la bienvenida yo...)

placer leer...