domingo, 31 de agosto de 2008

Carniceria

Una sensación de tormento que lo atravesaba. De repente había llegado como una ráfaga de viento. Es que había comprendido cada minuto que pasaba. Podía sentirlos lentamente transcurrir y desaparecer. Se esfumaban y llegaban otros. Y se sabia parado, existente y perecedero como el minuto. El era como el minuto. Él era el minuto.
Y la desesperación lo instaba a correr. Activar ese cuerpo inerte, que sentía. Ese cuerpo usado por los minutos para existir.
Y así se comenzó una resistencia inútil de su cuerpo, para no ser usado. Y después, de inmediato, la frustración de saberse en una lucha perdida.
Tanto él como el minuto coexistían y dependían del otro. Y ambos terminaban en el vacío, así lo quisiese o no.
Y de repente lo horrorizaron las caras de tranquilidad que lo rodeaban. Y vio en aquellas caras su propia cara de desprecio por la vida. Ese sentimiento de infinidad con el que se desplazaba por la calle a diario.
¿Por qué alguien no le había advertido? ¿Por qué le habían permitido jugar con la omnipotencia del que lo ignora todo? Continuaba siendo un niño, perdido en un mundo adulto, solo en apariencia.
Le resultaban ahora si, extrañas sus ropas, sus actitudes. Las había adquirido de a poco, pero no eran propias, no. Todo era una cuestión imitativa. Y él había caído en el error de creerse el personaje. Eso jamás le hubiera ocurrido a un buen actor.

Se decidió a buscar una respuesta satisfactoria. Le reclamaría a su padre. Le pediría que regresara el tiempo atrás, y que lo hiciera más humano. Si, eso mismo, más humano. Tal vez se hiciera religioso, no era tan tarde para comulgar. Debía encontrar cobijo rápidamente, pues no soportaría demasiado aquella cruda verdad que había descubierto la mañana del sábado, comprando el pollo para el almuerzo.

2 comentarios:

la marciana dijo...

Gracias por tu comentario..
Entiendo lo que se siente perder a alguien.. y me alegro realmente que tu abuela no se haya ido. Es verdad que él sigue vivo por lo que dejo en los demás... ya lo había pensado de ese modo... pero a pesar de eso, uno lo extraña con la parte absoluta y completamente egoísta de querer que este para verlo, para escucharlo.. sin comprender que ya era mejor irse para él..
Pero bueno.. supongo que el hecho de que no lo pueda ver no quiere decir que no esté conmigo, como ya debo haber dicho.

Gracias..

Unknown dijo...

Despues llegó a comprender que era el segundo, y más, el segundo era demasiado largo, era el instante, pero esperar el instante era esperar un millon de años, era menos que un instante, el exacto lugar donde el tiempo nace, la eternidad.